«Nací y viví en Albacete hasta los quince años. Tres de ellos, muy lujuriosos, en los seminarios de Hellín y de la capital, después de iniciar el bachillerato en los escolapios, penal de la orden de la región valenciana, lleno de curas malos —y más vale que no me tiren de la lengua— y en el Instituto de Enseñanza Media. Nos trasladamos a Madrid porque mi padre ganó al póker un piso a estrenar en el paseo de la Habana a uno de los más conocidos...
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